El día se apaga poco a poco, cada minuto va terminando con su existencia, el sol se resiste a morir, asoma sus últimos rayos, tibios rayos de luz. Estoy sentado junto a una pared, me quedo pensando, mirando a un punto fijo, tratando de entender la música que oigo, tratando de asimilar lo que está sucediendo, comprendiendo que ya no estás.
Es en este momento en el que el día se reduce a nada, en el que no soy yo, no soy quien solías conocer; me siento extraño, solitario, ya no oigo tu voz, no hay por quién mirar a mi lado, las voces han vuelto, mis enmarañados pensamientos me atormentan, no hay razón alguna para distraerlos. Mi corazón se está desquebrajando, veo a la gente caminar por todo el lugar, sombras de lo que fueron, despojos de las decepciones, no quiero ser igual a ellos, ayúdame a salir del abismo. Lo sé, lo sé, no volverás por mí, he caído tanto que tu mano no puede alcanzarme, me siento estancado aquí, parpadeando cada vez más lento, sintiendo cómo el frío abrazo de la soledad me confirma, una vez más, que ya no eres parte de mí.
Escrito por:
Edson Andrés Londoño