Mejor contigo – Parte dos

Llevamos cinco años, el tiempo pasa volando, el tiempo no es nada cuando haces lo que te gusta, cuando estás con quien amas, el tiempo no es nada si lo sabes disfrutar y la verdad creo que no podría estar en un mejor momento, todo se da por algo, creo que mi algo es ahora, me siento la mujer más afortunada, en serio, no lo digo como cliché, es real, siempre ha estado ahí para mí, desde que lo conocí todo cambió, es increíble.

Cada mañana es de ensueño, el vivir juntos no nos ha aburrido, de eso estoy segura, no estamos casados pero es como sí lo estuviéramos, pues… no es que no quiera casarme y tener hijos, sí quiero, la idea me emociona mucho y sé que a  Andrés también, él es un amor, no sé cómo explicar lo que siento, es él y lo amo; aunque para ser sincera no amo mucho el que dejemos la persiana abierta, juro que siento cómo la luz entra y va subiendo por nuestros cuerpos, no puedo evitar abrir poco a poco mis ojos, mis labios dibujan una sonrisa, ahí está él, mirándome, lo amo, tiene esa mirada de cachorro tierno, casi siempre lo hace, él sabe cuánto me gustan los pucheros, creo que tengo cara de tonta, desde que nos conocimos la tengo al verle y me encanta que aún produzca esas cosquillas en mi estómago.

Después de reír como tonta lo saludo, le doy los buenos días, se queda mirándome y me besa, ¿mejor buenos días que ese? ¡SÍ! Me abraza y me pone sobre él, me quedo mirándole fijamente, siento como nuestras miradas se funden, me toma de los brazos y con su boca empieza recorrer mi torso, estoy muy sensible, cada mordedura me excita aún más, cada beso, cada caricia, todo él en mí, es mágico.

Debo decir que si por mí fuese me quedaría todo el día aquí, en esta cama, con él, con nuestro amor, pero bueno hemos de ir a trabajar; me levanto y arrastro conmigo una sabana, camino al baño solo puedo pensar en cuan feliz me hace, entro, me desnudo, tomo la ducha, el agua fría es deliciosa, salgo, me miro al espejo, me arreglo un poco y mientras voy hacia el cuarto allí está él, en la sala, no sé qué tiene, se me hace tan sexy, es asombroso; camina hacia mí y empieza a besarme, suelto la toalla, empieza a bajar su mano, sus dedos empiezan a moverse en mi vagina, corro a la habitación, trato de vestirme, me desviste, me besa, lo beso, soy suya y él de mí, me hace feliz, esta utopía me agrada vivirla.

La verdad es que él hace de mí alguien mejor, siento como nos compactamos, una sincronía cósmica. Ya lista, me dirijo a la cocina, desde allí le veo, está en el balcón terminando de arreglarse, se acercas para llevar el desayuno a la mesa, para él jugo de naranja y para mí café, besos con sabor a naranja, besos con sabor a café. En verdad agradezco que esté conmigo, que haya visto algo en mí que le haga amarme, nunca antes me sentí de esta manera con alguien y me alegra que sea con él. En tanto comemos se nos hace tarde, el tiempo apremia, el trabajo llama. Mientras el ascensor baja hablamos de las triviales cosas de la vida, llegamos a la puerta, nos damos un beso y cada quien toma caminos distintos.

Cuando voy a media calle volteo para verle, ahí va, es perfecto; cada que nos alejamos más le pienso, es como si entre más distancia hubiese más le amara, creo que es un sentimiento único, daría todo por él, le amo.

     Escrito por: 

                      Edson Andrés Londoño