Siempre pensamos en el amor como algo fenomenal, siempre creemos en lo asombroso que es. De chicos lo idealizamos, amor sin condiciones, sin límites, sin nada más que eso. ¡Qué decepción! Qué golpe de realidad más grande nos damos, yo me pregunto por qué el crecer está ligado al sufrimiento, y es que de chicos estamos bien… yo lo estaba, lo estaba. Mi rostro ha cambiado, mi piel lo ha hecho, la experiencia se hizo campo en mí, me ha maldecido, me ha escupido y dejado en el lodo, despojado de todo, desnudo al mundo, desnudo al dolor, odio lo que deseo, me duelen tus decisiones, tú amas de una forma que yo no conocía, no tenía instructivo para poder seguir matándome contigo.
El dolor no llega hasta que alguien se posa en el corazón y se va, y te vuelve mierda, y te destroza, y hace de ti lo que quiere, lo hace sin importar nada. El amor es cruel, algo que sólo los locos están dispuestos a afrontar, un salto al vacío, a ciegas. Nadie nos garantiza felicidad eterna, he conocido a quienes prometen y es basura. El amor no se promete se construye, quien promete fallará.
No hay nada más fuerte que un corazón dolido, no hay nada más débil que un corazón herido. El vacío se expande, ese dolor profundo, como si no se pudiese respirar, el sonido de la inocencia desquebrajándose en mil pedazos, se empieza a conocer las consecuencias del amor. Conozco ese sabor amargo y salado de las lagrimas enamoradas, nunca pensé estar sentado remendando mis heridas, despojado de todo, sentadito, abrazando a mi ser como si no hubiese un mañana, asustado de mi alrededor. El enamorarse es una condena, un corazón atado al dolor, un círculo vicioso, una nada, una condena a repetir.
Escrito por:
Edson Andrés Londoño