Adiós

No sé por dónde empezar, a veces simplemente sabes que hasta ahí llegó, que ese es el momento, en aquel momento comienzan los pálpitos, la ansiedad se apodera de ti, lo que menos has pensado está sucediendo, lo menos imaginado se hace realidad, el presentimiento empieza a tomar forma y es en ese instante, ¡oh Dios! Es en ese mismo instante en que logras entender lo que debes hacer, pero sin la fuerza para efectuarlo.

Aún me pregunto qué sucedió, no sé en qué momento todo empezó a ir de picada, yo subía y tú bajabas, mala combinación. En el tiempo que ha pasado me he tratado de convencer que no necesito tus besos, que no necesito tus abrazos, que no necesito tu mano sobre mí diciendo que todo irá mejor, mis lágrimas empiezan a caer, me odio por ello, te extraño, sí, te extraño, extraño tus besos, extraño morderte el labio inferior, tu mentón, extraño el sabor de tu piel, tu cabello, pensarás que soy un desastre, un estúpido, tal vez lo sea, lo soy, así estoy; perdóname, dije que todo estaría bien, lo prometí y no estoy cumpliendo.

Estoy sentado, fumando un cigarrillo, tomando mis lágrimas y disfrutando de un café, y sabes que no me gusta el café. He pasado todo este tiempo convenciéndome de que estoy bien, buscando eso que tú tienes en más gente, trágico error, monumental error, mis mejillas están rojas y ni qué decir de mis ojos. Algunas veces dicen que se debe disfrutar lo que dure, creo que es cruel, lo más devastador, es jugar con el corazón y el alma, jugar con lo que eres. ¡Guau! Estoy loco diciéndote esto, tal vez sí, lo he sabido durante mucho.

El recordar no es fácil cuando aún duele, es hurgar en la herida aún abierta, pero es el sentir lo que nos convierte en lo que somos. Es increíble el cómo alguien puede hacer que tu mundo colapse, hacer que cada partícula de tu cuerpo se emocione con verle, que en cada beso sientas que no desearías estar en ningún otro lado con ninguna otra persona. Tú lo hiciste, y tu recuerdo se ha quedado conmigo desde entonces, siguiéndome, pero ya es hora de decirte adiós, es hora de que tu recuerdo vuele fuera de mí.

     Escrito por: 

                      Edson Andrés Londoño

Cuéntales

Cuando todo está hecho no hay nada qué hacer, todos los porqués son nulos, se vuelve al inicio, a un cero… Hasta me es gracioso el tan sólo pensarlo, a decir verdad nada vuelve a ser lo mismo, una grieta que nunca se cierra, un vacío que sólo se aprende a tolerar. No es posible destruir un sentimiento, este sólo disminuirá en intensidad, con el tiempo cesará, pero en cuanto este tiempo no se cumpla viviremos desolados en el desierto más recóndito de nuestro ser, envueltos en la arena de la desilusión; que extraño es todo, como un ‘cualquiera’ se convierte en un ‘necesario’.

Son los momentos, todos y cada uno ellos los que hacen mutar nuestros sentimientos, son ese puente entre el gusto y el querer, son estos los que hacen aflorar esa sensación responsable de las mariposas. Es el tiempo quien hace que todo suceda y acabe, paradójico es que el corazón no lo entienda, que tonto, absurdo desde la lógica, y es que aún siento cada beso dado, tortuoso es desear una caricia, doloroso en determinada forma el mirarme al espejo y recordar, recordar que fui feliz, que lo fui contigo, que no me importaba nada más, solo tú, con todas y cada una de tus imperfecciones y errores, ahora puedes decirles, diles, a cada uno de tus demonios que temo, miedo siento al preguntarme quién les amará tanto como yo.

     Escrito por: 

                      Edson Andrés Londoño

 

El reflejo

No sé cómo empezar algo a lo que en veces anteriores he querido darle final, no soy diferente a cualquier persona, soy del grupo de la gente ordinaria, ese soy yo. Durante mucho tiempo he contemplado todas las ideas vagas que andan por mi mente, durante mucho tiempo he estado replanteándome lo que quieren de mí y lo que quiero yo, lo que deseo y pienso. He conocido tantas mascaras mías, he inventado tantas, siempre dividiendo mi alma para poder ser indescifrable, tanto que ahora no sé quién soy, tantas piezas que se me hacen imposible armarlas para descubrirme, un rompecabezas agotador e interminable, muchas personas he visto y conocido, a cada una de ella he dejado ver una pieza, a cada una de ellas les he dejado una verdad y una mentira.

Vivo tras una pantalla imaginaria, tras una máscara de porcelana china con millones de fisuras, siempre me pregunto qué debo hacer y a dónde debo ir, pero la respuesta siempre parece más lejana desde la primera vez.

Los excesos se inventaron para llenar vacíos en nuestras vidas, por estos últimos días he descubierto varios, he de decir que si mi yo moralista de años atrás estuviera vivo tal vez me abofetearía hasta que mis mejillas sangrasen, pero él murió hace tiempo, o tal vez esa es solo una pieza de las muchas que hay, tal vez una de esas se basa en aparentar, no soy capaz de desnudar mi alma porque no sé dónde está.

El orgullo es el pecado más grande, no tienes más salida que ahogarte con su peso, también tengo mucho de él, mucho de aquello que al aparecer no es bueno, me miro al espejo y no veo más que aquel sujeto, este que no desearía ser y se posa en alma y cuerpo sobre lo que debería ser diferente.

No sé si soy un ser triste, feliz, con o sin amor,  cada día que transcurre lucho por descubrirlo y de eso se trata el camino, de ahí vienen las sorpresas, siempre miro al firmamento, miro al horizonte buscando respuestas, buscando eso que no sé qué será.

     Escrito por: 

                      Edson Andrés Londoño