El arte de esperar

He estado amando pieles que no me corresponden, he estado tratando de penetrar corazones de acero, recibiendo hiel en potecitos de caramelo, he estado creando ilusiones sobre personas efímeras, depositando esperanza en estrellas fugaces. Tanto he estado dedicándome a extraños, que ahora, con una sonrisa lastimera me he convertido en el arlequín del corazón roto.

Y es que mí torpeza ha sido creer en aquellos que prometen, estos que van por la vida creando vidas con ajenos a sabiendas que sólo desean pasar las 12:00 am. Y es me he dedicado a ser robado, mutilado, a andar descalzo por caminos de vidrios de rotos, me he convertido en el juguete de papel que ha sufrido mil y un infiernos, aquel que se ha convertido en cenizas gracias a la esperanza encendida que reiteradamente grita que hay alguien afuera, que hay alguien más allá dispuesto a sentir lo que he sentido, a entregar lo que yo estaría dispuesto también a entregar. Es esta esperanza la que me mantiene aún a rastras por este doloroso camino, haciéndome amar la rosa aún con todas las espinas incrustadas en el alma.

Escrito por: Edson Andrés Londoño.

Una nueva historia

Cuando la puerta cerró supe que era el final, todo los días vividos, el posible futuro que me había imaginado contigo, todo, absolutamente todo se había destruido, que fatídico suceso estaba viviendo, con una sonrisa temerosa te despedía, un sabor amargo viajaba por mí garganta, las palabras nunca me fueron más difíciles de pronunciar.

Podría decir que no hay nada más cruel que vivir en la realidad, es horrible, te obliga a decidir, a decir adios, a aceptar el dolor, el abandono, te obliga a herir; he de decir que jamás quise conocerla pero siempre hemos de hacerlo, un poco de su amargo sabor. Mí cuento se cayó a pedazos, las sonrisas se desvanecieron y las lágrimas empezaron a rodar, y es que siento como en el pecho se posa un ancla, no puedo respirar, siento como se me recoge el corazón, como culpándome por haberle expuesto nuevamente, mirándome con inocencia e ingenuidad, abrazándose así mismo se contrae escondiendo el dolor, a gritos me pide no permitir más heridas, sus gritos se ahogan en mí garganta impidiéndome respirar, que vacío más tortuoso siento en mí.

Se dice que el tiempo es la cura a muchos dolores, ahora mismo creo que es erróneo, no es el tiempo, es la costumbre a su ausencia lo que me ha hecho entender que no vale la pena ya sufrir, es la costumbre a despertarme cada mañana sin un mensaje suyo; es ella quien me convence que la resignación es la salida.

Todo final es sólo el comienzo de una nueva historia, ahora lo puedo entender, cuando la puerta cerró se dio paso a un «yo» sin un «tú», un «yo» que todavía está en un proceso de re-encuentro, un «yo» que ahora sonríe y acepta las bienvenidas y los adioses.

Por: Edson Andrés Londoño

Sentimiento incinerado

¿Cuánto estamos dispuestos a sacrificar? Ello me preguntaba cuando me destruías y con una palabra me volvías a dar aliento. ¿Cuánto más esperaré a que te decidas? He decidido no sacrificar más, he decidido que ya no entras en mi vida, no he pasado la hoja, he quemado el libro.

Últimamente sólo anduve buscando excusas para dejarte en mi vida, excusas para ocultar tu desprecio; últimamente no hacía más que culparme por no aceptar tus términos, por simplemente no ceñirme a tus necesidades.

¡Desperté! He estado perdiendo mi tiempo con personas equivocadas, mal gastando mi amor por quienes ya son sólo pedazos, esperanzas perdidas, náufragos en el mar de la incredulidad y desconfianza; no cargaré más cruces ajenas, no caminaré más junto a tus pesares.

Por: Edson Andrés Londoño