«Nunca oí el silencio tan alto, nunca sentí tanto frío en verano, nunca sentí tanta soledad en compañía. Y es que hoy nada es lo que fuimos, hoy somos la sombra del recuerdo, viviendo en ellos, sin futuro alguno. No sabía que el amor podía herir, camino ciego; las voces del ayer retumban en mi mente recordándome que siempre… que siempre estarás en mí.»
emociones
Muriendo en vida
Nunca habría sospechado que estaría en esta situación, jamás habría pensado que aquel amor me llevaría a esto, cuan ingenuo fui, el entregar el corazón no es bien visto por estos días, el amar ha sido devaluado a nada, nunca hubiese pensado que dejarías una herida tan grande en mi alma, ha sido un vacío constante, una agonía eterna, te has llevado gran parte de mi juventud.
He iniciado un par de veces, nunca he sido capaz de reiniciarme, capaz de olvidar, capaz de borrar el miedo que siento al ser yo, el pavor que siento por ser lastimado, no he sido capaz de volver a saltar a ciegas, esperando, confiando en que alguien me detendrá, el recuerdo del abandono siempre está; pensé encontrar el amor, su precio estuve dispuesto a pagar, no alcancé, he entendido que el dolor es la manifestación fallida del amor. ¡¿Dónde estás viejo yo?! ¡Te extraño! Extraño el cómo nos reíamos, el cómo éramos felices, el cómo sin hipocresía mostraba una sonrisa, sin miedo a nada, sin pensar en las heridas.
Ahora camino sin rumbo alguno, preguntándome qué haré, qué podré esperar del mundo, de las personas que a mí se acercan, lo he intentado, por Dios que sí lo hecho, he rogado que se aparte de mí todo miedo, mis oraciones no han sido escuchadas. Y es que sí, las historias de amor sí existen, pero más vale no creer en ellas, no todos están dispuestos a vivirlas.
Por: Edson Andrés Londoño
Ahora bebo café pero no en la misma taza,
Me despierto todas las mañanas pero no a tu lado,
Siento una mirada sobre mí pero no es la tuya, ojos color miel,
¿Cuántas bocas más pasarán, cuántas miradas, tardes, cafés, charlas?
Siento que todo seguirá pasando y tú quedarás intacta en mi corazón.
Por: Edson Andrés Londoño